Cuando adoptamos un perro tenemos la necesidad de sacarle de la protectora o el albergue lo antes posible… y con toda la razón. Sin embargo, no sólo hay que contar con la rapidez de tenerlo en casa con nosotros, sino que debemos planificar el mejor momento de traerlo a casa.
Las vacaciones son una fantástica oportunidad para comenzar a compartir tu vida con un perro adoptado, siempre y cuando el tiempo que tengas lo inviertas casi en exclusiva al recién llegado. Hacer un viaje largo en el coche a la playa o la montaña, cambiarle de aquí para allá sin que tenga claro cuál es su lugar o volverle loco con visitas, prisas o una completa falta de rutina, no le ayudará a sentirse «en casa» ni a sentirse cómodo.