El miedo puede llegar a forzar al perro a amenazar, y mostrar todas sus armas si el peligro inminente no desaparece.
Antes de llegar a esta situación, el animal habrá mostrado sumisión y todas sus señales habrán ido encaminadas a tranquilizar al enemigo, pero ninguna de ellas ha surtido el efecto deseado, y nos encontramos ahora con una amenaza clara.