Me ha encantado la idea de poner este título a este artículo. La verdad es que estoy trabajando con una perra a la que le viene como anillo al dedo.
¿Y cómo es Nala? Nala es una perra joven adorable, adoptada hace un año que venía de una mala socialización y problemas en las caderas y patas traseras posiblemente de no haber salido lo necesario a estirarlas y ejercitarlas.
Perra poderosa mentalmente, que consigue sus fines con tozudez y cierta rigidez, combinado con su altísima energía y fuerza, Nala es una perra inteligente y rápida en el aprendizaje.
Tras varias sesiones con ella para trabajar ejercicios muy básicos y atención, cambiamos su entorno habitual de salida, en el que no puede estar relajada por la anticipación a que aparezcan motos o perros, a los que reacciona desmesuradamente, por un entorno nuevo al que le costó adaptarse, con lloriqueo casi continuo y petición de marcharse por donde había venido. Inseguridad y ansiedad habituales, marcajes y explosividad en sus comportamientos.
Vamos matizando sus acciones pero dejándola aún frecuentes ratos libres para desestresarse y relajarse antes de continuar trabajando.
¿Serías capaz de identificar la cantidad de señales que hace Nala para indicarme que se está cargando, que no le gusta la situación o que su foco está en la salida?
Aclaraciones sobre el vídeo y las sesiones:
- Nala está acostumbrada a que las personas cedan a sus «medias tintas» o la realización de comportamientos incompletos, por lo que en las sesiones intento ser persistente hasta que consigo que lo haga como está enseñado.
- Le dejo espacios libres frecuentes para que se desestrese y tome aire para continuar concentrándose. En el punto en el que estamos, comienzo a restringirle movimientos libres cuando estamos en modo «trabajo», pues hasta ahora simplemente esperaba a que estuviera de nuevo pendiente de mí o con actitud de comenzar a trabajar de nuevo. De esta manera he conseguido no tensar demasiado las sesiones, y ahora busco que no desconecte cuando ella lo estime conveniente, y si lo hace, no pueda reforzarse por ello.
- A medida que avanza la sesión, Nala acumula estrés, por lo que los refuerzos deben ser más frecuentes y los ejercicios más cortos.
- Como con cualquier perrete, busco los refuerzos que puedan ser en ese momento los más interesantes para ella, combinando ejercicio físico, direcciones preferidas (hacia la puerta), caricias relajantes o comida.
Ser conscientes de la situación en el entrenamiento, medir bien hasta dónde podemos llegar con un animal y pedirle que nos dé lo mejor de sí mismo, es el abc para un trabajo sólido. Los cimientos son lo más importante.
A veces los avances son grandes aunque el objetivo quede aún lejos, pero lo importante es no perder el rumbo y seguir avanzando.


