Somos muchos los tremendamente indignados por la penosa gestión que se llevó a cabo el pasado fin de semana en la conocida feria de Madrid 100×100 Mascota.
No quiero pararme demasiado a hablar de los pobres animales jadeantes y ansiosos, algunos con mucho miedo, que hacían se mostraban allí para pedir una adopción… ¿acaso vale todo porque el fin es noble? ¡Los perros no acostumbrados a multitudes jamás deberían venir a ferias como esta! (perros, gatos, equinos y cualquier ser vivo que no pueda afrontarlo cómodamente…)
Pero sí me meteré con la barbarie ilegal de perros llevados ya no sólo de malas maneras, sino además con collares de ahorque y cordinos. Marcas reconocidas asociadas a escuelas también reconocidas con los mismos maravillosos collares de ahorque. ¡Qué valor! Cordinos o collares a la altura de la mandíbula para una buena inmovilización forzada del animal…
Y todo con normalidad… sin pensar en los perros ni en su bienestar, sin pensar en el mensaje que transmitimos a los muchos niños y niñas que van a la feria, sin pensar en que las cosas por la fuerza o con obligación no deberían ni siquiera ser tenidas en cuenta por la sociedad, ni mucho menos por los jueces. Pero si todo esto no fuera necesario, también ocurre sin que nadie se pare a pensar que ESTÁN PROHIBIDAS todas estas formas de maltratar a los animales en la Comunidad de Madrid.
Los cordinos no dejan de ser cuerdas finas que impiden un movimiento normal para el perro, y además son de ahorque, es decir, que si el animal tira de ellos, o la bestia que los lleva al otro lado de la correa hace lo mismo (para cambiar de dirección, para que permanezcan quietos, para evitar que lleguen a donde quieren…) el cordino se estrecha alrededor del cuello y les estrangula, en mayor o menor medida dependiendo de la intensidad del tirón. Además, siendo tan fino, es muy adecuado para ejercer profundos daños en la tráquea del animal, produciendo en ocasiones que esta se rompa o se dañe permanentemente.
Los collares de eslabones que son igualmente de ahorque tienen la misma función, más anchos por lo general pero igualmente estranguladores al tensar la correa o el propio collar.
Son dos herramientas de castigo a los que además se añade un uso lamentable de personas que, como se ve en las fotos, tienen una desconexión completa con su animal, y por lo tanto hay tirones continuos o bruscos cuando, de repente, se dan cuenta de que el perro intenta no aburrirse haciendo algo que a ellos no les gusta, o intenta huir porque la situación le incomoda o le da miedo.
Me estremece pesar que se deje pasar por alto algo que ya está regulado. Me abruma meterme en la piel de los niños y niñas que son espectadores de una forma siniestra de tratar a los animales. No sólo por la falta de empatía y por el escaso conocimiento de los problemas que eso puede acarrear a nivel emocional y físico en el animal, sino porque aprenden a ver la violencia como algo cotidiano frente a los animales (a los seres vivos, a los seres sintientes, a animales que les gustan y por los que tienen sentimientos).
Pero no… allí no estaba nadie en la puerta para prohibir su entrada o para eliminarlos en concursos y demás actividades. Allí no había ley, ya en vigor desde febrero.
Estoy cansada de ver una y otra vez arrogancias y supremacías en la mente de dementes que atentan contra el bienestar de los animales. Quien me conoce sabe que no me gustan las exhibiciones ni los perros convertidos en objetos, sabe que intento no ir a estas cosas con animales vivos por respeto a mi propia salud mental, y por supuesto para no seguir fomentando escaparates con los que no estoy de acuerdo… y que alzaré la voz en cada injusticia que me encuentre.
Pero creo que esto no debe sólo quedar en un grito de ira… creo que esta vez, con la ley en la mano, las autoridades simplemente han hecho la vista gorda y no hay derecho. Mucho ha costado dar pasos minúsculos en favor del respeto de los animales, y ésta no es más que una muestra más del inmenso camino que aún nos queda por recorrer.
Lamentable.
 
				 
															

