Las protectoras de animales y los refugios cumplen una labor invaluable: brindar un espacio seguro a aquellos animales que han sido abandonados o que han pasado por experiencias de maltrato.
Desde hace muchos años, he seguido muy de cerca su trabajo como voluntaria y colaboradora, y también de forma observacional, y no es secreto que apoyo y admiro profundamente el esfuerzo y dedicación que implica esta misión tan noble. Sin embargo, es importante también señalar algunos errores recurrentes que, en lugar de ayudar, terminan por perjudicar tanto a los animales como a la propia imagen de estos centros.
Principales problemas en la gestión de protectoras y refugios
Las protectoras (y englobo aquí al resto de organizaciones de este tipo, como centros de protección animal) tienen una situación muchas veces desesperada, luchando contra viento y marea para poder recaudar fondos, para llevar una gestión lo más fructífera posible, controlando al voluntariado que viene y va y contando con apoyos de la administración que en muchos casos no llegan, a pesar de ya prometidos y firmados.
- Sobrecarga de animales sin capacidad de atención adecuada: Muchas protectoras terminan aceptando más animales de los que pueden cuidar. Esto no solo pone en riesgo la salud de los animales, sino que también crea ambientes de hacinamiento y estrés.
- Falta de criterios claros para las adopciones: En ocasiones, por aliviar el número de animales en el centro, se agilizan procesos de adopción sin los filtros necesarios. Esto puede llevar a adopciones irresponsables, en las que el animal vuelve al refugio o, peor aún, termina en manos de personas que no son capaces de darle el cuidado que necesita.
- Escasa formación en manejo de comportamiento animal: Muchos cuidadores no cuentan con la formación necesaria en técnicas de modificación de conducta, lo que limita sus herramientas para abordar problemas como la agresividad, el miedo o la ansiedad en los animales.
Dificultades en el asesoramiento para la adopción
Aunque hay ciertas excepciones, principalmente de perros de caza como podencos o galgos, no es común encontrar muchos perros de raza en las protectoras, y la gran mayoría son mestizos. Esto dificulta también a las protectoras orientar con fiabilidad sobre las características futuras de un cachorro. Y no, la raza no lo es todo, pero nos da una idea de cómo será la perra en un futuro.

También hay que tener en cuenta que todos/as los/as perros/as tienen un pasado que en la gran mayoría de los casos no se sabe cuál es, o no con certeza, lo que hace que cada animal sea único independientemente de la raza o la mezcla que tenga. En ese pasado podemos encontrar historias de maltrato, de abandono, y también de no poder hacerse cargo, de fallecimientos, de pérdidas… En cualquier caso, serán perretes que al menos, tendrán un abandono en su vida: pasar del centro de protección animal a un nuevo hogar. Y sí, eso también es una pérdida, aunque sea para mejor. Lo normal, es que además vengan de una pérdida más, del lugar donde vivían antes.
El error más común
Con una altísima frecuencia, las protectoras cotejan los datos que la familia adoptante indica, comprobando la ubicación, el número de miembros de la familia y sus edades, los metros cuadrados de la casa, el tiempo disponible, etc., pero se olvidan de afinar en el carácter de la perra o perro con la forma de vida de la familia.
Creo que es un gran error «dispensar» perros sin tener el suficiente conocimiento de las necesidades que pueda tener el animal y la familia.
He visto barbaridades a la hora de recibir perros en adopción:
- Grandes diferencias en el tamaño final del perro
- Actividad del can totalmente opuesta a la de la familia, ya sea por exceso o por defecto
- Dar en adopción animales cuyas características requieren un mayor entendimiento y manejo de los perros que otros a una familia poco experimentada.

Conozco incluso centros de protección animal donde ni siquiera se hace un filtro previo… y los animales van y vienen a casas y de vuelta al centro, causando un grave daño psicológico que no siempre es tenido en cuenta. Es desolador.
El más bueno de la protectora
También es común pintar a todos los perros de «cariñosísima«, «el más bueno de la protectora«, «ideal para cualquier tipo de familia«, «buena con perras y gatas» y cosas similares, cuando en muchos casos es bien conocido por las personas que frecuentamos las protectoras que alguno de esos perros ha matado a otros animales de compañía en el pasado, ha mordido a alguna persona o lo hace con cierta frecuencia o tiene grandes problemas para contener su actividad delante de los niños. ¡Y eso hay que decirlo! Porque esas perras van a una familia que quiere lo mejor para ella, pero no puede ser a costa del miedo, el sufrimiento o la ansiedad de no saber cómo gestionar situaciones complicadas.
Las cartas encima de la mesa, y una decisión informada. Lo demás, es bastante cruel tanto para la familia como para el perro o perra que necesita una ayuda que no pueden darle.
Una oportunidad
Todos ellos son perros que se merecen una oportunidad, que merecen ser felices y tener una familia que les adore, les enseñe y tenga paciencia con ellos, pero creo poco ético «endosar» un perro que se convertirá en un problema para una familia, e incluso llegará a ser un peligro para otros animales o para otras personas.
La necesidad de sacar perras/os en adopción que puedan paliar en cierta forma los gastos que ésta ha ocasionado y dejar sitio para otro perro que si no ha llegado ya, estará llegando, lleva a las protectoras a cometer grandes errores como esos.
Quizá es desconocimiento, lo cual se puede atajar con un mínimo de formación o con la ayuda de entrenadores/as profesionales que también colaboramos como voluntariado en estos lugares.
Quizá es simplemente desesperación, que se ataja recordando que es probable que se esté causando un problema más o menos grave a la familia que, con todo su amor y su necesidad de salvar una vida, acepta llevarse a un perro que no debería. Sin embargo pasar por alto comportamientos ya contrastados y aún así ver la posibilidad de dejar una plaza libre en vez de redirigir al adoptante hacia el que puede ser «su perra ideal«, no es de recibo.

Y no pasa nada por querer en casa una perra estable y cariñosa, aunque a veces socialmente puedan apuntar con el dedo por no querer dar cobijo a otra con agresividad (¡sí!, a-g-r-e-s-i-v-i-d-a-d, que a veces parece que nos cuesta decirlo en voz alta). Hay personas capacitdas y con motivación por rehabilitar a perros poco socializados, a otros miedosos, a perras enfermas o viejitas. Y es igual de maravilloso porque hay muchos/as, demasiados/as perros/as buscando una familia.
Hay miles y miles de perros/as esperando una oportunidad, y dar en adopción a un perro que no es apropiado para una familia en concreto, le quita la posibilidad a otro/a que sí lo es de tener una vida más plena y feliz.
El asesoramiento
Muchas personas adoptantes van fijándose en el color o la apariencia del perro, y es aquí donde una persona responsable de adopciones de la protectora debería explicarles y guiarles hacia el animal correcto. Para ello, es necesario que haya una formación previa, un compromiso, y no solo tomarse el puesto como algo pasajero hasta «encontrar algo de lo mío». Aquí y ahora, tratamos con vidas.
La gran labor de estas protectoras podría perfilarse mucho más si se tomara esto más en cuenta. Y no sólo a nivel de las protectoras, sino que aquellos que nos consideramos profesionales del sector y amantes de los animales, deberíamos poner nuestro granito de arena para el asesoramiento a los centros de protección animal y para ofrecer talleres y charlas gratuitas a personas adoptantes para guiar antes, durante y después del proceso de adopción.
Ójala avancemos en este tema y consigamos realmente dar el hogar apropiado a los perras y perros que lo necesitan, y el animal que necesitan las familias que adoptan.


