No es solo pasarlo bien: por qué jugar con tu perra es clave para su bienestar

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Cuando pensamos en jugar con nuestra perra, solemos imaginar momentos divertidos, saltos, carreras y juguetes volando por los aires. Y sí, seguro que el juego puede ser todo eso, pero quedarse en esa imagen superficial es desaprovechar una de las herramientas más potentes que tenemos para construir vínculo, comprender sus necesidades y mejorar su bienestar integral. Hoy te contamos que no es solo pasarlo bien: por qué jugar con tu perra es clave para su bienestar

Es, sobre todo, conectar.

El juego como forma de comunicación

Jugar es una vía de comunicación de inicio a fin. A través del juego, tu perro te muestra quién es, cómo se siente, qué límites tiene y qué necesita. Jugar con él te permite escucharle de verdad y empezar a entender su lenguaje corporal, sus emociones y sus ritmos.

Y al mismo tiempo, tú también te estás expresando: con tu forma de proponer, de responder, de pausar o de insistir.

Cuando hablamos de juego, hablamos de una conversación entre especies. Y ahí es donde empieza a cambiar la relación.

Beneficios del juego compartido

Jugar con tu perra no es un “extra” para cuando hay tiempo. Es una necesidad básica con múltiples beneficios:

  • Fortalece el vínculo: compartir tiempo de calidad desde la presencia fortalece la relación.
  • Estimula mental y emocionalmente: propone retos, decisiones, coordinación, astucia, propiocepción.
  • Favorece el equilibrio emocional: reduce frustración, estrés y aburrimiento.
  • Mejora la convivencia: muchas conductas que pueden ser «molestas» para ti se reducen cuando hay un espacio de conexión real.

Y lo más importante: el juego no solo entretiene, sostiene emocionalmente.

Jugar no es lanzar la pelota sin parar

Uno de los errores más frecuentes es creer que jugar es simplemente cansar al perro. Tirar una pelota durante 30 minutos puede agotar físicamente, pero no estimula necesariamente la mente ni construye una relación sana. El juego debería tener pausas, alternancia, creatividad. No es repetir un patrón hasta que no pueda más, sino crear una experiencia compartida donde ambas partes están presentes. Ambas partes tienen que disfrutar y es una pena que no encontremos la forma de poder hacerlo.

Observa si tu perra se excita demasiado, si pierde el control, si no sabe parar… ahí el juego ha dejado de ser positivo. No se trata de intensidad, sino de calidad.

Tipos de juego que fortalecen el vínculo

Algunos ejemplos de juegos que puedes explorar:

  • Juegos de olfato: esconder premios o juguetes para que los busque activa su mente y su sentido más potente. ¡Hazlo colaborativo! Tú lo escondes, él lo encuentra en una caja con agujeros (por ejemplo) de donde no pueda sacarlo, y tú le ayudas a conseguirlo.
  • Tira y afloja con normas claras: cuando se respeta el ritmo de ambas partes, fortalece la cooperación y la confianza. Olvídate de que fomenta la agresividad… ¡hace ya mucho que sabemos que eso no es real!
  • Resolver juntos: utilizar objetos, obstáculos o dinámicas que requieran tomar decisiones y adaptarse mutuamente. ¿Has probado a hacer tú más comportamientos caninos? Te vas a divertir, seguro.
  • Juego social libre: dejar que proponga, que invite, que tome la iniciativa.

El mejor juego no es el más espectacular, sino el que deja una huella emocional positiva en las dos partes.

¿Y si no quiere jugar?

Muchas personas se preocupan porque su perra “no juega”. Es importante entender que no todos los perros saben cómo jugar, especialmente si no han tenido experiencias positivas previas o si han sido castigados por mostrar iniciativa.

En esos casos, lo primero es respetar el ritmo y no forzar. El juego puede (y debe) reaprenderse desde la seguridad, la calma y la exploración. A veces basta con estar presente, proponer sin obligar y sin tener pretensiones, y esperar a que la curiosidad vuelva.

Una herramienta educativa y terapéutica

En Sentido Animal entendemos el juego como una herramienta educativa y emocional. No como un adorno, sino como parte esencial del bienestar animal. Por eso, cuando trabajamos con familias, incluimos dinámicas de juego como parte de los procesos de acompañamiento.

Si quieres empezar a transformar la relación con tu perra desde un lugar de presencia y conexión real, te animamos a dedicar cada día un pequeño espacio para el juego compartido. Sin exigencias. Sin expectativas. Unos minutos son más que suficientes.

Solo tú, ella, y el momento presente.

¿Quieres dar un paso más?

Jugar no es un lujo. Es parte del cuidado diario, del vínculo y del equilibrio emocional que tu perra necesita.
¿Y si hoy le dedicas un rato para pensar, decidir… y disfrutar juntas?

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Sobre la autora


Miriam Sainz

Técnica y Experta en Intervenciones Asistidas con Animales, Educadora Canina especialista en conducta y entrenadora multiespecie. Integradora Social. CEO de Sentido Animal.

Miriam SainzNo es solo pasarlo bien: por qué jugar con tu perra es clave para su bienestar

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