Somos humanos… y los humanos nos desquiciamos con facilidad cuando tocan nuestras cosas materiales… y más cuando un miembro de la familia, perruno por ejemplo, destroza aquellas cosas a las que damos valor.
Así que al llegar a casa y ver los daños, a veces una extraña fuerza nos impulsa a gritarles al no haber entendido que llegábamos enseguida y que no tenía que romper nada… ¡una y otra vez!
En este artículo pretendo acercarte un poco más a la realidad de tu perro, que te espera en casa y que tiene «esa extraña necesidad» de fastidiar el sofá, los muebles o esas figuritas de madera de tu último viaje.