Adiestramiento tradicional vs educación en positivo

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¿Alguna vez te has preguntado si existe una mejor manera de conectar y comunicarte con tu perro que simplemente ordenando y esperando obediencia? La educación canina está experimentando una transformación, dejando atrás los métodos de adiestramiento tradicionales y abrazando enfoques más empáticos y cooperativos. Aquí descubrirás cómo estos métodos modernos no solo pueden mejorar el comportamiento de tu perro sino también fortalecer vuestro vínculo.

Este artículo te sumergirá en el mundo del adiestramiento empático, explorando sus beneficios y diferencias con las técnicas tradicionales. ¡Adelante!

Cada vez es más grande la brecha que hay entre la educación canina o el adiestramiento tradicional y la educación “en positivo”, que nosotros preferimos llamar empática, amable, cooperativa… Por suerte también es cada vez mayor el número de educadoras caninas que usamos estos métodos frente a los que usan aquellos. Aunque parece que poco a poco las personas van teniendo más claro las diferencias entre los dos métodos de trabajar con las perras, vamos a explicar algunas diferencias entre dichos métodos.

Aversivos vs refuerzo

Esta es la más obvia: mientras el adiestramiento tradicional usa muy a menudo aversivos (castigo positivo y negativo, refuerzo negativo), el adiestramiento cooperativo intenta usar el refuerzo positivo lo máximo posible. No queremos que el perro pueda esperar conductas negativas hacia él provenientes de su persona o personas de referencia.  Así, por ejemplo, en lugar de castigar una conducta que nos parece inadecuada (a ojos de la humana, no de la perra), no usamos el castigo si no que el perro haga otra conducta que podamos reforzar. Así ni rompemos el vínculo con la perra ni añadimos estrés ni posibles asociaciones negativas asociadas al estímulo que provoca la conducta que queremos extinguir.

Control del perro vs control del entorno

Los adiestradores tradicionales procuran tener al perro bajo control usando obediencia de un modo estricto. El perro simplemente no puede hacer nada sin una señal o permiso del guía. Nosotras intentamos que el perro aprenda a gestionar las situaciones. Para ello no tenemos al perro sometido a nuestra autoridad, controlamos la exposición con el entorno que le provoca las conductas “inapropiadas”, usando la distancia, el tiempo de exposición, ayudando a la perra desconectar del entorno con ejercicios… Le facilitamos afrontar el entorno controlando el mismo, para que al final pueda gestionarlo por sí sola.

Un buen trabajo no es tener sometido al perro a nuestro control, si no que él tenga control sobre el entorno. Que lo sepa gestionar, y no que sea una máquina de obedecer. Será mucho más feliz, tendrá mayor autoestima, y no nos necesitará para poder gestionar el mundo.

Skinner y Pavlov (los que mejor) vs todo el conductismo

Otra gran diferencia es el uso simplista de las teorías conductistas. El uso del condicionamiento cásico (Pavlov) y el condicionamiento operante (Skinner) como únicos métodos, generalmente mal aplicados, además es habitual en el adiestramiento canino. Esto es así sobre todo el tradicional. Pero hay muchas más propuestas conductistas (Thorndike, Hull, Tolman…) con ideas y métodos perfectamente aplicables, y muchas de ellas incorporan componentes emocionales como la motivación, el miedo, el estrés

Relacionado con esto, en el adiestramiento “en positivo” incorporamos los aspectos emocionales como parte de la ecuación, teniendo en cuenta tanto la personalidad, como las experiencias pasadas y el estado emocional del perro en el momento exacto en el que estamos trabajando.

Simplificar conducta del perro vs comprender todos los aspectos del comportamiento.

Las adiestradoras tradicionales suelen valorar de un modo simplista la conducta del perro, reduciéndolo todo al “aquí y ahora”. Corrigen la respuesta del perro en el momento que se produce. Simplemente hay que suprimir esa conducta. Una adiestradora que trabaja dentro de un paradigma moderno valora el pasado de la perra, sus capacidades cognitivas y emocionales, sus niveles de estrés, etc… y aborda la conducta del perro de un modo global, viendo todas las caras del poliedro.

Trabajar la obediencia vs trabajar el vínculo y la empatía

Esta es muy sencilla: no queremos que nuestros perros obedezcan por obligación, si no porque tienen un vínculo sano y bueno con nosotras. Es divertido hacernos caso, somos un equipo que hacemos cosas juntos y lo pasamos bien. Para esto es necesario una relación de igual a igual, no podemos ponernos en una situación de superioridad. Siempre ponemos como ejemplo el vínculo que crean los perros de nuestros clientes con nosotras por el mero hecho de haber trabajado con ellos desde esta perspectiva.

Trabajar en las situaciones vs trabajar fuera de situación compleja.

El adiestrador tradicional se suele meter en la situación conflictiva que provoca la conducta que queremos evitar de nuestra perra (reactividad, comérselo todo, escaparse…) para trabajar “a lo bruto” la modificación de conducta. Entran a los parques de perros con perros reactivos, les ponen un chuletón delante de las patas… y a corregir la conducta.

Nosotros estaremos con la perra lo suficientemente lejos del parque o de la comida como para que pueda tolerar la situación. Posteriormente iremos acercándonos paulatinamente (minutos, horas, días) viendo cómo gestiona la situación, ayudándolo con ejercicios si es necesario… hasta conseguir nuestro objetivo. Es más fácil entrar en la piscina por donde no cubre e ir avanzando, que tirarse de golpe en lo hondo cuando aún no sabes nadar.

Trabajar aspectos que nos crean problemas vs trabajar el desarrollo integral del perro

Tradicionalmente se ha trabajado el aspecto a mejorar del perro de un modo reduccionista: se quiere corregir esa conducta que tanto nos incomoda, para que no vuelva a pasar. Por lo demás “todo está bien”.

Una educadora cooperativa busca mejorar el bienestar general del perro. Por su felicidad, sí, y porque en la mayoría de los casos las conductas se producen por aspectos ajenos a la situación, como problemas en otros aspectos de su vida que salen en forma de conducta inapropiada en el momento que nos incomoda.

Un ejemplo muy sencillo: nuestra perra tira de la correa durante el paseo y va como loca. Podemos trabajar en un paseo estricto para que no mueva una pestaña en la calle. O podemos valorar si suele estar 22 horas en casa sin hacer nada y aburrida, a lo mejor proporcionándole actividad (física y/o cognitiva) en casa. Podemos trabajar su autocontrol y su tolerancia a la frustración, resideñar su horario de paseos y otras muchas cosas, que no sólo mejorará el paseo sino el bienestar general de la perra.

En definitiva…

La elección entre un adiestramiento tradicional y uno basado en el entendimiento y la cooperación no solo influye en la efectividad del aprendizaje, sino que también afecta profundamente la relación entre los perros y sus guías humanos. Optar por un enfoque que valora el bienestar emocional y cognitivo del perro fomenta una relación más sana y un entendimiento mutuo que supera los métodos basados en la corrección y el control.

Al educar y trabajar con nuestros perros, no solo estamos enseñando comportamientos, sino que estamos fortaleciendo un vínculo basado en la confianza y el respeto mutuo. Así nos aseguramos que tanto perros como humanos disfruten de una vida juntos plena y feliz. Abrazar estas metodologías más modernas y éticas no solo es un paso hacia un adiestramiento más humano, sino que es un reflejo de nuestra evolución como sociedad consciente del bienestar animal.

Sobre el autor


Miguel Álvarez López

Educador canino, Técnico en IAA y Licenciado en psicología. Rodeado de peludos gran parte de su vida, está sumergido de cabeza en el mundo canino.

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