Condeno el maltrato animal porque su sufrimiento me perturba, me entristece y me llena de ira y rabia. Lo condeno porque no comprendo el placer que conlleva hacer daño sin sentido, ni veo en tal maldad resquicio alguno de cultura, arte o satisfacción.
Condeno el maltrato animal porque no me considero en un estatus superior a ninguna especie, simplemente diferente, y porque al interactuar con ellas lo hago desde el respeto y la admiración, dejándome llevar por el aprendizaje que puedan regalarme.
adiestramiento canino
La motivación, el motor fundamental para trabajar con un perro
No son pocas las veces que los entrenadores nos encontramos con un perro con características muy especiales que sin embargo no responde a las señales de sus guías o cuidadores. Y por mucho que se empeñen, sin la motivación adecuada ese perro tan apto para el entrenamiento, no se moverá, y si lo hace, pronto perderá el interés por el trabajo y seguirá su camino lejos de los ejercicios que se le pide realizar.
Las claves del éxito (II): Paciencia
Cuando ya hemos conseguido sacar el tiempo suficiente para nuestro perro, es hora de ponerse una capa de paciencia que nos permita darle al perro su espacio y su tiempo para poder trabajar con él. Y esto es importante porque sin la paciencia necesaria no podremos fomentar que el perro investigue, pruebe y finalmente aprenda.
Adiestramiento práctico: cómo coger piñas
Neska y yo hemos salido a dar un paseo, como tantas veces, y en esta ocasión, en vez de jugar con las piñas, algo que aumenta muchísimo sus niveles de excitación, he comenzado a redirigir la asociación que hace con las piñas y el juego con algo que para mí es mucho más práctico: coger leña.
Responde son facilidad a las peticiones de «coge» y «suelta«, por lo que eso lo tengo ya hecho. Simplemente hay que redirigir el juego hacia la tarea de meter la piña en la bolsa. No es sencillo, pues aunque Neska regresa relativamente bien a su estado emocional que podemos considerar normales, las pelotas y las piñas la suben la excitación hasta niveles muy altos y tarda bastante rato en recuperarse.
Cómo hacer que tu perro suba al coche
Si nunca hemos tenido problemas con esto, puede hacerse difícil imaginar el problema que supone cada vez que necesitamos meter al perro en el vehículo, problema que se hace más grande cuanto más grande es el tamaño del perro… Hay varios precedentes que pueden originar que el perro no quiera saltar dentro de los asientos cada vez que tenemos que irnos con él a algún sitio. En su mayoría:
- Ha tenido una mala experiencia cuando se ha metido al coche la primera vez o en algún momento anterior. Desde haberse golpeado con la puerta a que nosotros mismos le hayamos obligado físicamente a meterse cuando no estaba preparado.
- Quizá el problema ha sido una vez que el perro está dentro del coche: vaivenes, mareos, poca movilidad, algún frenazo o ruido inesperado, e incluso sus responsables gritándole desde la parte de delante que se mantenga quieto y en su sitio…
- El coche no le gusta, simplemente. Huele diferente, se siente intimidado por la red, el transportín o la correa, no tiene una manta o colchón donde sentirse cómodo, hay extraños que pasan muy cerca de las ventanillas o pasa mucho calor o mucho frío.
Las claves del éxito (I): Tiempo
El trabajo con animales requiere tener concentración y adquirir las habilidades necesarias que te permitan interactuar con ellos y llegar a un buen nivel de entendimiento mutuo. Para poder lograr todo esto es necesario tener tiempo, paciencia y constancia.
Efectivamente necesitas dedicarles TIEMPO, esa palabra que hace que a muchas personas les recorra un escalofrío por el cuerpo. Si no tienes tiempo para dedicarle a tu perro, es mejor que vayas pensando en otra cosa… Sin tiempo no podrás disfrutar de él ni aprender su lenguaje o hacer que aprenda el tuyo.
El mayor de los motivos de ser adiestradora canina
Parándome a pensar el verdadero motivo que me lleva a entrenar a perretes, que son muchos y muy variados, si tuviera que destacar solamente uno de entre todos ellos, creo que podría ser devolver a los humanos con los que convive la ilusión que tuvieron al comenzar a compartir su vida con un peludo, y que tras la impotencia, la desesperación, la rabia, los enfados, la frustración de ver cómo aquel sueño se tornaba en un problema continuo, han perdido.
Adiestramiento con Neska y Noa
Muchas son las cosas que mis dos pequeñas saben hacer y muchos los comandos a los que responden. Aquí dejo un ejemplo de algunas cosas que he estado reforzando, y aunque de este vídeo sólo hace unas pocas semanas, las tres hemos avanzado mucho y ellas han aprendido otros trucos que iré poniendo más adelante.
Algo que me encanta cuando estoy entrenando con un perrete es la actitud de «pídeme más» que se muestra en este vídeo. Me fascina cuando los perros hacen los ejercicios moviendo el rabo, sin estrés, sin miedos y con felicidad, pues es el resultado de un entrenamiento en positivo reforzado correctamente y libre de presiones, fobias y en definitiva, «malos rollos«.
Un buen entrenamiento
Se hace patente que hay una necesidad cada vez más reconocida de crear un vínculo con el perro que va más allá del simple adiestramiento. Es decir, el adiestramiento del perro se realiza con más sentido y con más solidez cuando el perro se convierte en uno de los dos pilares del entrenamiento, dejando a un lado el camino de una sola dirección. La comunicación continua entre el animal y el adiestrador, la compenetración en el momento de marcar los tiempos, la confianza mutua y el necesario entendimiento, son las piezas de un engranaje que dará la solvencia necesaria a los ejercicios para que lo aprendido permanezca y haya voluntad de aprendizaje.
Enseñar moviendo el rabo
Sí, sí, el rabo lo mueve el perro, pero si alguna vez habéis tenido la experiencia de educar a un perro, convendréis conmigo en que la sensación más placentera es la de enseñar mientras el perro es feliz, y mueve el rabo esperando que le des la oportunidad de hacer el ejercicio que le pides, que al fin y al cabo nos produce a nosotros esa energía positiva que, sin duda, haría que moviéramos el rabo también si tuviéramos uno…