Los perros de intervenciones (terapia, educación, y actividades asistidas con animales) no son ni mejores ni peores que cualquier otro perro. Son perros con unas aptitudes y actitudes que les permite acompañarnos con alegría y con buen ánimo a las sesiones qué hacemos de IAA (Intervenciones Asistidas con Animales).
¿Cómo podemos saber en realidad si el perro con el que convivimos puede ser un perro de terapia?
En este artículo hablamos sobre ello y despejamos tus dudas.
Técnicos en IAA: ¿y si mi perro no…?
Acabas de terminar el curso de técnico en IAA con toda la ilusión y el convencimiento de trabajar con tu perro en sesiones donde los usuarios puedan apoyarse en ellos para desarrollarse en su día a día.
Es posible además, que hayas realizado el curso exclusivamente por qué crees que tú perrete sería un gran valor en este tipo de sesiones.
Y puesto que ya tienes el curso, te dispones a hacer realidad este sueño… Pero cuidado, que una cosa es que tú tengas el título de técnico y otra muy distinta que tu perro tenga algún interés en ser un perro de intervenciones asistidas con animales.
Es más, confío en que durante el curso que has realizado hayan hecho mucho hincapié en la importancia de la selección de un perro de IAA.
Pero si no ha sido así o aún tienes dudas sobre el perrete con el que convives u otro al que le hayas echado el ojo, sigue leyendo e intentaremos arrojar algo de luz sobre está cuestión.
Pruebas objetivas
Deja a un lado tu paternalismo y olvídate de los vínculos afectivos que tienes con el perrete al que vas a evaluar. Es momento de realizar le pruebas objetivas que puedan sacarte de la duda, y evitar dañarle emocionalmente por una mala decisión.
Si no eres profesional del sector pero te gustaría saber si tu perro puede ser un buen perro de terapia, acércate a una entidad cercana para que le hagan una buena valoración, y pueda terminar si alguno de los técnicos en IAA, por situación, necesidad o disponibilidad, puede entrenarle para este fin.
Para la selección del perro, el nivel de adiestramiento que tenga no es importante. Como técnico deberás trabajar en ejercicios que quieras usar en las sesiones, pero eso será un paso posterior.
Es importante que observes la capacidad de resiliencia de tu posible compañero/a de fatigas, y que puedas descartar con facilidad miedos a ruidos, movimientos, objetos y miradas extrañas y, por supuesto, a cualquier tipo de persona diversa.
Un buen perro de terapia debe afrontar con normalidad una manipulación poco habitual e incluso invasiva o poco agradable, y debe poder disfrutar de un buen entendimiento contigo a pesar de los muchos estímulos visuales, olfativos y sonoros con los que pueda encontrarse.
Y por supuesto, un perro de intervenciones debe estar perfectamente sano, física y psicológicamente, y no mostrar síntomas de apatía, dolor o debilidad, además de pasar las pruebas veterinarias requeridas en cada protocolo. A partir de aquí, podemos comenzar a pensar en el adiestramiento.
Como ves, que nuestro perro tenga pasión por las personas es un factor más, imprescindible pero uno más, en una lista rigurosa que no podemos pasar por alto.
Disfrutar, no obligar
Trabajar con animales y explotarlos, está dividido por una línea muy fina.
Utilizarlos para nuestros fines, sin tener en cuenta su bienestar o disfrute, está ligado con la explotación o la obligación que éticamente ningún animal debería sufrir. Y eso dista mucho de llevar a un animal a una sesión de trabajo y poder evaluar los beneficios y las aportaciones que dicha sesión ha tenido para nuestros compañeros.
Por eso es imprescindible hacer una valoración detallada de diferentes aspectos de nuestro perro con conceptos como su comodidad durante la sesión o su desgaste cognitivo, entre otros. Una evaluación positiva y una actitud dispuesta y feliz antes, durante y después de la sesión, nos indicaran también su predisposición a continuar en el programa.
Y si durante cualquier parte de este proceso los resultados no están claros o muestran que el animal no está preparado o no tiene interés en tu propuesta, seguirá siendo un maravilloso ejemplar que disfrutará de muchas otras maneras pero que no lo hará dentro de una sesión de Intervenciones Asistidas con Animales.
Asumir esto y no forzar al perro, es tan obvio como necesario.
Intentar dejar a un lado nuestra necesidad de encontrar un compañero de juegos en sesión y no forzar una situación que no es adecuada para el can, es imprescindible.
Espero que este artículo te haya resultado de interés, y si tienes cualquier duda, no dudes en escribir un comentario para ayudarte a resolverla. ¡Estaré encantada de responderte!
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