El conductismo de Thorndike, la modificación de conducta para perros y una balanza

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Educadores y/o adiestradores caninos utilizamos los principios del conductismo para cambiar las conductas de los individuos con los que trabajamos. En mayor o menor medida lo hacen (o deberían hacerlo) también psicólogos, pedagogos, profesores… pues funcionan igual en todos los animales.

Hoy hablamos de lo que Thorndike nos aportó con sus leyes de la conducta. ¿Quieres acompañarnos? ¡Sigue leyendo!

Un poco de historia sobre el conductismo

Hace más de 100 años que hay teorías “conductistas”, y hay muchos teóricos más allá de Pavlov y Skinner. Antes, mientras, y después de ellos, otros “conductistas” han estudiado el comportamiento basándose en los mismos principios pero con puntos de vista un poco distintos. Permitidnos el uso de las comillas cuando hablamos de conductistas, pues muchos de ellos no se sentían a gusto con esta etiqueta, incluido el mismísimo Pavlov.

Edward Lee Thorndike es uno de estos “conductistas”, que planteó dos leyes de la conducta realmente interesantes para los que trabajamos la modificación de conducta (y no usamos los castigos o el refuerzo negativo como método de trabajo): La Ley del Efecto y la Ley del Ejercicio.

Dos leyes de la conducta de Thorndike

La Ley del Efecto, que viene a decir más o menos que de las respuestas dadas en una situación, las que más satisfacción producen en el animal más posibilidades tienen de repetirse ante la misma situación. Quedan conectadas la situación y la respuesta que más ha satisfecho al animal. Por eso se denomina conexionismo. Es casi lo mismo que el condicionamiento operante de Skinner (aunque mucho antes en el tiempo).

Foto retrato de Edward Thorndike

La segunda ley de Thorndike y la más interesante para nuestro modo de trabajar la modificación de conducta es la Ley del Ejercicio, que expuesta de un modo sencillo viene a decir que cuantas más veces se haya dado una respuesta ante una situación, más tiempo se haya estado dando la respuesta y con más fuerza se haya dado, más conectada queda la situación y la respuesta.

Simplificando un poco, lo que estas dos leyes indican es que el resultado satisfactorio de la conducta aumenta que se produzca de nuevo en el futuro, pero también aumentan la respuesta el número de veces que se ha dado dicha respuesta ante la misma situación, la fuerza con la que se ha dado, y el tiempo que se ha estado dando mientras duraba la situación.

¿Sigue siendo un lío? Pongamos un ejemplo.

Ejemplo

Mi perra ladra cuando ve una bicicleta:

  • Si la bicicleta se marcha, consigue lo que quería, con lo que repetirá la conducta (Ley del Efecto).
  • Pero si ladra cada vez que ve una bici (10 veces al día), ladra durante 30 segundos a cada bici, y lo hace con todas sus ganas, esto aumentará la repetición de la conducta cada vez que vea una bici aunque no haya conseguido su objetivo, o sea, que dicha bici se marche.

Por eso el castigo no es tan efectivo como la cultura popular piensa (esto sin ni siquiera plantear el aspecto ético). Por eso trabajamos evitando que el animal (o el humano) haga la respuesta indeseada, anticipándonos y proponiéndole otra conducta alternativa ante la misma situación. Para que a base de repetirla (más tiempo, más veces, con más fuerza) y consiguiendo una satisfacción (refuerzo positivo) por hacerla, acabe por ser la conducta preferida: Sentarse y dar la pata cuando pasa una bici.

Chihuahua canela y blanco encima de una balanza, con pesos en el otro plato

Aquí entra la balanza de la que se habla en el título. En un plato de la balanza hay muchas repeticiones de la conducta indeseada, y con mucho peso, pues lleva tiempo repitiéndose esa conducta. Tenemos que ir poniendo pesas en el otro plato de la balanza, el plato de la conducta que queremos implantar hasta hacer que la bascule hacia el otro lado. Ir haciendo que la nueva conducta se repita una y otra vez hasta llenar el platillo de pesas y dar la vuelta a la situación. Y esto lleva tiempo.

Paciencia, educador; paciencia, cliente.

 

Sobre el autor


Miguel Álvarez López

Educador canino, Técnico en IAA y Licenciado en psicología. Rodeado de peludos gran parte de su vida, está sumergido de cabeza en el mundo canino.

Miguel Álvarez LópezEl conductismo de Thorndike, la modificación de conducta para perros y una balanza

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