Las protectoras de animales y los refugios cumplen una labor invaluable: brindar un espacio seguro a aquellos animales que han sido abandonados o que han pasado por experiencias de maltrato.
Desde hace muchos años, he seguido muy de cerca su trabajo como voluntaria y colaboradora, y también de forma observacional, y no es secreto que apoyo y admiro profundamente el esfuerzo y dedicación que implica esta misión tan noble. Sin embargo, es importante también señalar algunos errores recurrentes que, en lugar de ayudar, terminan por perjudicar tanto a los animales como a la propia imagen de estos centros.